Me asomo al balcón

Uno, de los varios ojeadores de mi blog, me ha dicho hoy que no habia escrito nada. La verdad es que no ha transcurrido un período de tiempo lo suficientemente amplio como para afirmar tal cosa; si mi PC no falla en demasía, creo que la última entrada en esta página fue el miércoles pasado. No obstante lo anterior y como tampoco quiero volverme perezoso, heme aquí prosiguiendo con mis historietas, que la verdad, no es que resulten de un interés general. Es lo que tenemos. En esta jornada de viernes, tras poner los pies en el suelo del piso me estuve aseando para luego pasar a la cocina a reponer fuerzas de cara a la dura etapa caminera que tenia a la vista. He sudado, no diré como un cerdo, por si alguien se siente ofendido en la porción de genes que comparte conmigo. Compré media sandia y unas peras de esas que están relacionadas con el teléfono. Acto seguido, en la tienda de enfrente, merqué un bollito de pan. Posteriormente, para intentar asear un poco el escurreplatos, al no encontrar nada adecuado a sus medidas, en la tienda, de lo que antigüamente se llamaban todo a cien, que se encuentra cerca de mi aposento he adquirido un contenedor y una botella de lejia. He colocado agua en abundancia y le he añadido lejia. Introduje las bandejas en su interior y las he dejado unas cuantas horas para que se empapasen bien, para finalizar frotando con un cepillo de puas duras y enjuagarlas, con el fin de dejarlas libres de productos tóxicos. No es que haya resultado definitivo el invento, pero yo creo que están de mejor ver que antes del baño. ¡Ah!, para que no digais que soy de pata negra, tambien