jueves, 13 de agosto de 2009
¡Mosca, mosca, mosquita!
Tras una prolongada ausencia en estas páginas, en parte por la pereza o desgana y en los últimos dias por el episodio ojeroso, me coloco de nuevo ante el teclado para hacer algunas reflexiones, particularmente en relación con la dichosa mosca. Yo sabia que habia moscas cojoneras, moscas detrás de la oreja, moscas Tsé-Tsé, o del sueño, mosquita muerta, el moscón de Pedro, amén de otras cuyos comportamientos desconozco; pero de las ojerosas no tenia muchas referencias. Una vez sacado a la luz, resulta que no soy pionero en estas aventuras dentro del clan. Mi sorpresa fue mayúscula cuando expongo los motivos de mi ida al servicio de urgencias del hospital, que me derivaron a la consulta oftalmológica y resulta que la famosa mosquita estaba presente en dos tercios de la prole. ¡Me he llevado una decepción morrocotuda!. Menos mal que en los años vividos ninguno puede alcanzarme, digo hasta la fecha. ¡Ojalá ellos tengan una vida más larga que la mia!. De momento, vamos preparando el chozo para recibir a los vecinos chamberileros. Ayer me ocupé en limpiar el polvo del mobiliario, reconozco que no sudé tinta ni tampoco lo pretendia, al menos queda un pelín menos de polvo. Esta mañana, con la mopa en ristre y posteriormente la fregona, le he dado un buen meneo a la tarima. En cuartos de baño, como no soy especialista, solamente he aseado la bañera y el terrazo, al fin y al cabo está impoluto, yo no lo uso, el esfuerzo que en él me he ahorrado lo he invertido en limpiar el mio. No, tampoco me he desriñonado. Tengo presente aquel principio que dice: "no es más limpio quien más limpia sino el que menos mancha". No quiero señalar a "naide", por si alguien se siente aludido/a, así que digo, a modo de despedida, ¡ojo al parche!, aquí viene al pelo y de paso, para que Manolito me refresque la memoria, creo que era una expresión pronunciada por el ínclito comentarista deportivo, del cual era un fiel seguidor. Si haceis algún comentario, no seais muy crueles, pensad que mi autoestima está debilitada al ver, ¡otra vez el ojo!, como mi desdicha ha sido capitidisminuida.
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