miércoles, 2 de diciembre de 2009
En el autobús
Después de andar indagando un poco sobre la Grecia clásica, leer la prensa de forma somera y sacar una receta para cocinar la calabaza, voy a relatar el acontecimiento acaecido ayer tarde, cuando finalizó la clase, que precisamente trataba sobre el tema que acabo de mencionar: nuestra partida, por así haberlo convenido desde el primer año, salimos quince minutos antes que el resto de cursos, si bien allí habian otros que me eran desconocidos. Concretando: cuando subimos al autobús, dado que era uno de los de un solo cuerpo, los que van al campus suelen ser mayoritariamente de dos, con el acordeón en medio, me hizo gracia al comprobar que más que un bus del campus parecia uno del INSERSO, éramos, al comienzo, mayoria de gente talludita. Los estudiantes habituales al entrar, me daba la impresión o eso me imaginaba, se quedaban como sorprendidos, aunque alguno de ellos supongo tendrán constancia de nuestra presencia en aquel lugar. Como anécdota puedo decir que cuando se originan esos apelotonamientos para acceder al interior del vehículo, allí que me teneis a la Sección Femenina haciendo de ariete para acomodarse en uno de los asientos y eso que los jóvenes tienen de todo menos deferencia hacia los mayores, si te descuidas se te cuelan cual anguila resbaladiza y eso que el menda tiene larga experiencia con estos comportamientos, tras los muchos años vividos en los madriles, allí la tribu era y es más "listilla". No se me olvida un individuo que vivia en el barrio y que siempre se colaba de los primeros, con independencia del momento en el que se hubiera colocado en la fila. Yo, para mi fuero interno, solía denominarlo como "el espabilao".
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2 comentarios:
Al pelo me viene tu post y de paso contesto a tu comentario del mío. Madrid es odiosa porque antes era fácil encontrar gente amable en los transportes públicos, amable y sobre todo educada. Ahora es lo más parecida a la ley de la selva, donde solo los más fuertes sobreviven. Y eso asociado a que la población se ha doblado, hace que esa superviencia sea estresante y en algunos momentos traumática. Y nunca negaré las cosas buenas. Pero cuando lo negativo supera a lo positivo....
Discusión veo en vuestras mercedes relativa al negativismo-positivismo.
Zanjado queda el asunto, con esta mi intervención, afirmando, con absoluta rotundidad que:
-Una sola sonrisa inclina la balanza hacia lo positivo de manera que, Sr. D. Juan: ¿hoy, ayer, ahora...has sonreido...te has reido?.
Amén
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