martes, 2 de diciembre de 2008
El regreso del guerrero
De nuevo en casa, tras mi rápida visita a los madrileñinos, de la capital del reino y de las Alcobendas, voy a plasmar brevemente mis experiencias del viaje. Fui cargado con paraguas, creyendo las previsiones meteorológicas que habian hecho los expertos, sin embargo, lo único que me encontré fue un frio que cortaba el cutis. Prueba de ello es el corto espacio de tiempo que permanecí en la calle, excluyendo los viajes en coche. De nuevo aquí, en mi cueva, ésta me recibió como si fuera un frigorífico, temperaturas por debajo de los quince grados. Enchufé la calefacción, pensando que pudiera venir Angeles y reprocharme mi tacañez, aunque, la verdad, tardó bastante tiempo en conseguir una temperatura aceptable. Esta mañana he salido a mover el esqueleto, un tanto entumecido por los dias que ha estado inactivo. Resultado, más frio, me puse una bufanda, ahora se está escuchando el sonido de una persiana que movida por el viento denota que con las bajas temperaturas resulta más helador. Pensaremos que cuando llegue el verano nos acordaremos de este clima. Lo dejo, se acaba de ir Pilar y tengo que ponerme manos a la obra con el comistrajo: judias verdes, redondas, hervidas y condimentadas con unos ajos y jamóncito del güeno, de segundo unos filtes de solomillo. Se me olvidaba, pedí cita con el traumatólogo, no desaparece el dolor del brazo, mañana a las 10,15 estoy citado.
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