Como todavia falta más de una hora para ponerme a reponer fuerzas, en lugar de dormitar o ver la tele, aunque podia leer un libro, tarea que últimamente tengo un tanto dejada, y después de escribir un nuevo capítulo en mis cuentos del abuelo cebolleta, voy a dejar aquí las huellas de mi presencia ante el teclado de este aparatito al que en tiempos no muy remotos no le tenia demasiado afecto. Reconozco que me ha enganchado. No voy a decir tampoco que sea la droga dominadora de mis actos, procuro no intimar en demasía, no es bueno dejarse llevar por lo primero que tengamos al alcance. Hay que realizar las cosas con mesura, sin excesos. Como suele decirse: "en el punto medio está la virtud". Desconozco cual es el punto medio en la mayor parte de nuestro comportamiento; no estamos ante una medida para decir que la mitad del metro es el medio metro. ¡Vaya perogrullada he soltado!. Sigamos desvariando, aunque no me voy a comparar con Don Quijote. Hasta llegar a ese punto aún me falta un largo recorrido. Estoy cuerdo y no pienso asir la cuerda para colgar mi escuálida estructura cual si fuera un colgajo. ¿Os gusta el galimatias?. Continuemos, pues. Hoy, último dia de trabajo de la semana, para aquellos que lo tienen, yo digo: qué alivio entra en mi cuerpo al pensar en la carencia de un jefe que esté continuamente dando órdenes, ni ser esclavo del reloj, en particular por la mañana, cuando se está tan plácidamente en la cama, resguardado del frio que se soporta fuera del sobre. No quiero daros envidia, pensad que os queda mucho tiempo por cotizar, aunque la pensión no se sabe si llegareis a cobrarla, ya pongo en tela de juicio si me cubrirá el resto de dias, meses o años que me queden de vida. En definitiva vuestra expectativa o esperanza de continuar en este globo terráqueo supera la mia. Yo os deseo larga presencia, aunque tengais que tragar sapos y culebras y respirar aire contaminadillo.
viernes, 6 de febrero de 2009
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1 comentario:
Y dices que no quieres dar envidia!!! Pues no me quedan madrugones y trasnportes públicos, y eso como dices sin seguridad de poder pensar en una jubilación justa. Seguiremos pensando que Pancho (el de la primitiva...) nos eche una mano (al bolsillo, no al cuello...)
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