Tengo billete

Hoy, al no poder conseguirlo ayer, me he acercado a la estación de ferrocarril para mercar el billete que me permita subir al tren, el próximo dia 3. Como es sabido, o supuesto, la hora anunciada para su salida son las 9,30, con llegada a Madrid Atocha a las 12,51. Digo ésto por si acaso alguien tiene a bien esperarme. Yo le invitaría a un suculento banquete; es condición necesaria llevar mi abono transporte, para poderme desplazar sin la preocupación de andar comprando el preceptivo tique. Confio, en quien corresponda, que ponga en marcha los ventiladores necesarios para conseguir que las temperaturas sean acordes con las necesidades demandadas por mi organismo. Iré provisto de mi sombrero, el más pequeño, para proteger de los rayos solares mi prominente nariz. No tengo ningún reparo en pasearme con él por la calle Preciados o cualquiera otra del Madrid más chic. Con la cantidad de caras y vestimentas raras vistas durante más de treinta y un año he perdido todo sentido del rídiculo que en tiempos precedentes pudieran haber anidado en mi meollo. Observo no hay ningún curriparlante enganchado al duro banco de la galera turquesa, así que hasta aquí he llegado. Corto y cuelgo.