jueves, 30 de julio de 2009

Filosofando


Aunque mi última entrada tuvo lugar el pasado día 27, por tanto solo han transcurridos 3 dias, y haciéndome eco de las peticiones habidas, a pesar de lo manifestado por mí referente al estado de gracia en que el que me encuentro, trataré de dar satisfacción a mis lectores. Sabemos que no siempre apetece realizar una tarea que suponga un mínimo esfuerzo, menos cuando se trata de un asunto cuyo cumplimiento no sea necesario para lograr unos fines . Reconozco que en la mayoria de las ocasiones puedo ser catalogado como un utilitarista. No soy romántico ni soñador, aunque a veces incumpla la segunda característica; tampoco me considero un hermético, tengo rendijas por las que se cuelan cambios de actitudes, me amoldo a las necesidades de cada momento, por tanto, he de convenir que no mantengo un comportamiento contumaz. Soy cual camaleón que se adapta al medio circundante, a pesar de mantener unos criterios propios, por que reconozco no siempre es eficiente el tratar de llevarlos a un punto donde pueda se perturbar el correcto equilibrio entre las diferencias opinantes. Suele decirse aquello del sentido común, yo desde época inmemorable, no sé si por haberlo leido o escuchado, digo que el sentido común es la carencia de sentido propio. Procuro aprender de todos, quedarme con lo más interesante y el resto, al igual que los desechos que nuestra alimentación producen, arrojarlos al vertedero. Por el título no os vayais a creer que soy un petulante, pretensioso o presumido. Muy al contrario, reconozco que soy un zote, palurdo, torpe e ignorante, o sea, todo lo contrario de un prócer, hay que considerar que mi cuna no fue de alto rango y la mayor porción de lo aprendido ha sido consecuencia de las experiencias acumuladas a través del largo transcurrir de los años. No me considero viejo, palabra que no me agrada, como siempre digo: soy un veterano, con muchas cicatrices en mis "cannes", por las muchas cuchilladas recibidas. Puedo afirmar, ahora, que con todas las vivencias pasadas, los reveses tienen una amoladera que rebaja los cuchillos afilados. Lo dejo, se aproxima mi hora de engullir alguna cosilla. Lo pasaré por la trituradora para evitar atragantarme. Siguiendo con mi costumbre de no dejar la escritura desnuda de un retrato, hoy coloco uno de mi viaje a Piconcillo. Está localizado en la puerta del ayuntamiento de Fuenteovejuna, se decia que era el cerrillo de los ladrones, donde iban los aldeanos a pagar las contribuciones.

2 comentarios:

Juan Antonio dijo...

Nunca tomes esto como una obligación, sino como un escape que además ayuda a los de "fuera" a que podamos hacernos una idea de los "estados del Ulerio". Además. siempre podemos descubrir cosas unos de otros que a pesar de los años ni nos imaginábamos. Yo por ejemplo discrepo un poco con lo de tu recién adquirida capacidad camaleónica. Hay que ver lo que la disimulas...

Isabel dijo...

yo tambien discrepo, todo sea dicho